lunes, 20 de octubre de 2008

Més, depresa.



La historia se escribe desde una lazada, tras otra lazada y queda compuesta la máquina. Unos breves pasos precedidos de tres notas desencajadas, con humor, dan como suma la marcha. Y arranca.

No es bello, ni estético, ni siquiera útil. Es satisfactorio. Poco a poco, familiares gotas de sudor cosquillean por doquier, compañeras de viaje, como una buena conversación, una vez llegan, no te abandonan hasta el final.

Caminante no hay camino, el eco toma forma entre oreja y oreja y retumba y por pura lógica, acabo sabiendo en que pienso. No lucho por nada, ni por, ni contra nadie, que bello duelo de titanes si los pies de barro a destrozar son lo que me impulsan a dar el siguiente paso, los mios. Sin meta, ni tan siquiera camino, solo un medio por el que vivir y en el centro yo. Caminante no hay camino.

A un lado del asfalto silencios nasales de naranjo, a otro suaves silbidos de cañar. Sentirse rural, acogido entre extraños, notar a cada paso el crujir del barro secado al sol. De repente, oh! muere el naranjo, puñetazo de pecado anal, no me salva ni una bula papal, por desgracia. ¿¡Quién parió la acequia real!?

¿Pero porque todo este esfuerzo?¿Por qué sufrir sin mas? Para mi,valga la pena la escuela para el cerebro, musculo a ejercitar. Sea bendito el sufrimiento, titán tumba al titán. Esto no es amor, es correr y quien lo probó lo sabe.